viernes, 1 de junio de 2012

Chichilla y su bebé... me trae recuerdos

Hoy, por primera vez en ocho meses, he entrado en tu habitación. Me hago la valiente, intento retomar mi vida como si no fuera la madre de nadie, pero evito tu habitación. Y ha sido Chichilla quien ha abierto la puerta  que yo tenía cerrada a cal y canto -¿por qué se dirá "a cal y canto"?- como sólo los gatos saben hacer, empleando tiempo y habilidad. Ha venido a buscarme, como si ocurriese algo terrible y cuando la he seguido, me ha llevado allí. Pensé que se le había perdido su gatito y mira por donde me encontré con el mío. 
Chichilla lo husmeaba todo y me miraba con sus grandes ojos interrogadores: "No está, Chichilla, cuídate de tu gatito que yo perdí el mío" -le digo, pero no me comprende.
Ahí están dos cajas de cartón con tus peluches y otras cosas. Los envié por correo a la abuelita Pilar, pero no fue a recogerlas y los de Correos me las devolvieron. ¿Por qué a la abuelita? Porque aunque se haya involucrado en esta locura, sé que si las cajas llegasen a sus manos te las entregaría a ti sin manipularlas. 
Chichilla me mira sin entender. Pero yo también la miro. Cuando duerme junto al pequeño Michón puedo recordar vivamente cómo dormías tú junto a mí, como un cachorrito.
Michón está muy juguetón. Es bonito ver cómo la vida puede ser divertida, despreocupada, juguetona... Un cachorro nos recuerda que la vida es aquí y ahora y que vale la pena ser feliz.
Cachorrito, no te olvido ni por un momento. Sé feliz, cuídate y recuerda siempre que somos muchos los que te queremos.

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